Como siempre, el pequeño ninja puso sus quejas, pues eso de andar más de diez pasos seguidos no va con él. Y acudió con la cara de enfado todo el camino. Ni mis intentos para convercerle ni las amenazas de castigo de su padre pudieron con su testarudez. Sólo cuando llegamos a la cima de la presa y divisamos por un lado la ciudad a nuestros pies y por el otro el gran embalse de agua, su cara cambió. Y su apatía torno en interés mientras escucha como el señor Yamamoto le explica cómo en ocasiones, cuando las lluvias abundan, tienen que abrir la presa y soltar agua para que Málaga no se convierta en una ciudad submarina.
Mientras escuchaba, preguntaba y discurría, cruzamos la presa entera, bajamos al embalse, volvimos a subir y la cruzamos de vuelta, el camino se le hizo corto y a nosotros inolvidable.
Y cuando nos marchábamos ninja nos sugirió que volviésemos otra vez, pero con barcas y cañas de pescar para pasar un día entero. : )
P.D. Gracias a todos los comentarios de mi entrada anterior Oh happy day!! Me han hecho mucha ilusión y me habéis levantado el ánimo.
Tiene delito ser de Málaga y no saber que se puede pasar sobre la presa, sobre todo con lo que me gustan...
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